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lunes, 19 de enero de 2015

Hace días , una tempestad de fuego arrasaba mi cabeza ,
la cabellera leona, mis ideas de oro.
Cuánto dolor en mi cerebro,
cuánto mató el fuego , su cizaña.
Un   cúmulo de nubes pardas
cerca mi cuerpo de ave,
lo aprieta, no lo deja ser, volar,
llovizna encima de mis huesecillos
Cuánto dolor en mi cuerpo de ave.
Será acaso por ser ave 
o por ser poeta,
que atacan nubes, tormentas, fuego?
Vuelo agitando mis alas de gorrión,
emprendo un vuelo poderoso  de águila, de cóndor
hacia las alturas prístinas de las cordilleras
a abrazarme al sol, a la luna, a las estrellas,
padre, madre míos, hermanos míos.

Ellos protegen mi alma, mis huesos 
con luz sideral.

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