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jueves, 8 de mayo de 2014

Miro el cielo pardo,
que me habita.
La soledad rueje 
mis días son torturas  de muerte
Escuchará El mis ruegos,
mis clamores,
Sabrá acaso que sudo sangre 
cuando recorro mis trechos 
escribo  poemas  de locura y amor
con las los dientes y manos agarrotadas?
El sabe,
mis sonrisas son muecas.
Vivo agazpada, atrapada por el pánico.
No me abandones, Señor
que tú   amas más a las ovejas negras
las sostienes, le das el pan
Alberga mi alma dulce Padre,
Clamo a ti hincada de rodillas.
Un grito se afixia en mi garganta
Piedad  , solo tú me libras
del gobierno del pánico.
Clamo a mi Dios Todopoderoso.
Espero en él.

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