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viernes, 16 de mayo de 2014

La  gata fina estira una a una
sus extremidades ,
luego de la  siesta.
La tarde es soledada.
Sueña regresar a aquél bosque abandonado 
en medio de un solar  alejado , 
  añejo,
 donde corrió de cría.

Sabe de su distancia ,

el peligro de los  gatos salvajes
dueños y señores de la quinta.
A sabiendas, corre,  salta ,
de techo en techo,
trepa ágil a los árboles,
es un haz de luz entre la espesura.
Necesita sentir el olor intenso ,
agrio de la libertad.
Visitar a su paso la  unidad vecinal
con  tantos techos  es un cielo,
y late aún un viejo amor .

La gata ha llegado a los extramuros de la ciudad.

barrio rojo, de gatos bravos.
Ella no le teme a nada 
Se desliza suave por la pared de la  quinta.
Ingresa por la ventana a un pequeño castillo .
Casas bellas por descubrir,
estanques de agua sucia.
Jardines, esculturas, aves,
El paraíso de cualquier  felino
La gata maúlla feliz de  ser libre
y audaz  como ninguna.
Hincha el pecho
El sol cae entre el follaje 

Vuelven los gatos malos a sus escondrijos 

a su propiedad.
Sale de la quinta como llegó,
Suave , delicada
feliz de correr , descubrir , conocer
sin dar cuenta a nadie .
Libérrima.
como solo ella es

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