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domingo, 4 de mayo de 2014

A Angela,

Yo guardaba un sol en mi pecho.
Cubrí su ausencia con mil remiendos.
Zurcí penas , ahogué ríos salados.
Fue inútil.

Su  risa y la mía  se enredaban
en la fiesta diaria de mis mañanas.
Impávidas, descubrimos los recovecos de  la vida ,
la  transformamos ,  pintamos de mil colores  .
Creamos belleza, sueños, felicidad. 
Un   mundo de risas  de a dos.
Ella no sabe, que a su partida ,
quedé fragmentada.
Mil trizas de alma se fueron tras ella.
Mis días palidecieron por siempre.

Ella es feliz,
como debe ser.
Yo tengo una familia, como las  adultas.
No   sabe ,  ella es mi hermana .
A ella le  debo la fantasía, mi alegría
la magia de su serenidad.
La amistad perenne, su paciencia.


A los lejos,  
dos luceros  iluminan  mis noches oscuras.
Es ella y su pequeña , estrellas eternas, brillantes.
 , titilando , atentas, 
guíando mis pasos ,  
mis auroras de cada mañana.
El sol de mi pecho.


Ella no lo sabe.
.


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