No escribiré más sobre deseos insatisfechos.
Me dedicaré a matarlos.
Un millón de planchas.
Tres kilos de fruta.
Una escalada al Himalaya
Quizas eso seria suficiente
para aplacar esta sed
hirviente,
tormentosa,
que no cesa.
Pero no.
Nada es suficiente.
El deseo fluye natural
como el agua.
el sudor
la saliva
los humedales
de la entrepierna,
el amor,
la rabia,
la revolución.
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