Mi madre era una mujer imponente.
No por su talla,
sino por su carácter indomable.
Ella crecía ante las dificultades.
Y tuvo muchas.
Devoradora de libros,
no salía de casa por leer.
A ella le debo mi vocación.
Nunca fui una buena hija.
La rebeldia y la rectitud no van de la mano.
Nunca me dio la espalda.
A pesar de mis errores.
de su propio dolor,
supo estar conmigo.
Mi madre era una mujer imponente.
era una mujer culta,
Abogada y doctora en literatura
en los tiempos que las mujeres solo buscaban marido
Me dió el regalo más preciado:
Amar los libros, la cultura, la música.
No nos llevábamos bien.
Nos unía, eso sí, la adoración a mi padre,
los libros, y la literatura
Las noches de verano nos sentabamos
a disfrutar la fragancia de los jazmines y el caballero de noche.
Entonces éramos las mejores amigas.
Ya ella no está más.
Un día como hoy cumpliría años.
Inés llegaría con un libro de Vargas LLosa,
yo, simplemente con mi presencia.
Nelly, cuanta falta me haces.
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