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martes, 19 de marzo de 2013

Hubo un tiempo que la niebla inundó mi casa.
Era oscura y espesa.
No me permitía ver nada.
Ni salir a la calle.
Sentí pavor.

Luché contra la niebla.
Abrí la ventana y las puertas.
Era inútil.
Se había apoderado de mi casa.
Todo era oscuro, vizcoso.
Mis esfuerzos por echarla eran en vano.

Una mañana olvidé batallar contra la nebulosa.
De pronto la luz entró  por las ventanas.
Encontré mis pertenencias.
Reconocí mi rostro.

No conozco la razón de esa oscura invasión.


Ese es el motivo de los muros de concreto alrededor de mi casa.

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