Debí aguzar los sentidos , intuir tus intenciones .
No tuve tiempo ni oportunidad.
Fuiste el rayo que me tiró al lago dulce de tus ojos.
Desde entonces, eres tú el dueño de mi voluntad.
Debí precaver, pensar un momento.
Me lancé a tus brazos sin más,
gobernada por esos ojos,
que hoy son mi tortura.
Aquellos ojos tiranos,
tus labios son mi obsesión.
Mi delicia y mi dolor,
Eres tú un pequeño mago negro.
Hechizada desde aquél aciago día,
cuando me envolví en tu brazos,
sin paz por las noches, con ansias de ti.
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