Siento tus pasos leves cerca a mi cuerpo.
Conozco tus manos,
su forma tierna de acariciar,
de protegerme del mundo
o de salvarte la vida,
en mi caso.
Ambos surcamos el mismo río,
con sus sequías, desbordes
y estanques cristalinos
como la vida misma.
Y no puedo imaginar
un río sin tu presencia.
Sería solo desolación.
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