Un hombre huye veloz entre las tinieblas.
Sabe que si lo atrapan,
lo someterán a un escarnio impío.
Bebió las lágrimas de una joven hechicera,
contenidas en un vaso de cristal,
destinadas a las pócimas de amor.
El desea poseer sus poderes
apropiarse de sus secretos,
robar su alma,
amarla por siempre,
a su manera humana y sosa
hasta marchitar sus días con ella.
Un hombre nunca debe fijar sus ojos en una hechicera,
ni beber de sus labios.
Ella es una entidad superior.
No aspires a conocer sus artes.
Olvídala, te lo ruego.
Las hechiceras entregan frenéticas su cuerpo,
jamás el corazón.
El maligno cobrará revancha por su maga.
Te robaste a la virgen más bella.
Ella no te lo advirtió.
Ya no tienes salvación.
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