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sábado, 4 de enero de 2014

Un hombre huye veloz entre las tinieblas.
Sabe que si lo atrapan,
lo  someterán a un  escarnio impío.
Bebió  las lágrimas de una joven hechicera,
contenidas en un vaso de cristal,
destinadas a las pócimas de amor.
El desea poseer  sus poderes
apropiarse  de sus secretos,
robar su alma,
amarla por siempre,
a su manera humana y sosa
hasta marchitar  sus días con ella.

Un hombre nunca debe fijar sus ojos en una hechicera,
ni beber de sus labios.
Ella es una entidad superior.
No aspires a conocer sus artes.
Olvídala, te lo ruego.
Las  hechiceras  entregan frenéticas su cuerpo,
jamás el corazón.
El maligno cobrará revancha por su  maga.
Te robaste a la virgen más bella.
Ella no te lo advirtió.
Ya no tienes salvación.

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