Hace tiempo no sentía los dientes del horror mordiendo mi mano.
Sentí su presencia muy cerca mientras dormía.
No quería ver su rostro otra vez.
Aterrorizada ante su regreso, me oculté entre las sábanas,
como quien quiere perderse en el mar.
Es inútil.
El horror corroe mis entrañas,
fluye por mis venas, se enrosca en mi cuello.
Salto a tiempo y la alejo de un puntapié.
Qué ingenua pensar que no me torturaría más.
Es mi sino, cargar con el horror cada día.
Se fue una temporada .
Ya regresó.
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