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lunes, 15 de junio de 2015

Y si 
sorprendo a mi enemigo
el invierno
con un ataque  frontal
 una cabecita
en pleno centro del estómago
- una ola helada congelará
 mis miembros
y el cerebro por un instante -
como un ángel de las estatuas 
yo ya seré parte del él
y me moveré con él a su ritmo
y en su tiempo
quizás no duela tanto
formar parte de sus moléculas 
sea hasta agradable
el resto será digno de ser contado
en otro poema 
o quizás huya cobarde a los pocos segundos
como quien escapa de una ducha helada
pero nada pierdo atacando 
nada pierdo.

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