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lunes, 29 de junio de 2015

Anda ve tú, respinga la nariz , 
huele los miasmas de todo el infierno
y vuelve a mi,
deshecho de alma, 
tu piel como tambor ennegrecido
 cae  redondo a mis pies,
No desafíes, no  juegues con fuego 
Yo conozco bien  aquella caverna
sus divisiones cruentas,
las parrillas ardientes 
sobre las que danzan los incubos.
 Demonios de todos los colores,
de  maldades infinitas  , poderes absolutos.
 Claman insaciables a grandes voces por la sangre ,
el alma de aquellos atrevidos, 
 aventureros , como yo, que por conocer 
el mundo oscuro quedé atrapada ,
sometida a terribles perfidias.
Escapé , así como ingresé 
burlando demonios y trampas 
 chamuscada , asfixiada ,
el alma presta a devorar a un incubo tras otro ,
 más astuta que satanás,
seductora,  e irresistible con la sapiencia demoníaca
a inducir a los hombres
 a caer en el pecado de la carne.
Una diabla  caminando entre los seres 
del mundo. 
Una   vida más para purgar los pecados
adquiridos en aquél encierro infernal.
Por hoy, selecciono mis víctimas entre los viajantes de comercio
y los peatones del barrio aledaño, nunca en el mío propio. 
Tras la corva, guardo el puñal.

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