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jueves, 25 de junio de 2015

 Soy  yo,   la que necesita sentir  la caricia de la arena tibia en las plantas de mis pies,  
así como tú el frescor helado de una bebida en la garganta en una tarde de calor.
Soy yo , la que irremediablemene decide volver a aquél lugar, donde fuimos libres y felices.
No sé si tú estás de acuerdo, no interesa.
Quiero recordar el tiempo pleno  ,  cuando vivímos entre las mujeres de la duna,
y éramos  libres de reír , comer y movernos desnudos, sin atadura de ningún tipo.
Eran  días milagrosos aquellos , cuando llovían peces de escamas de plata y oro
 y escondían  una perla bajo su espinazo.
Eramos animales, fieras en su esplendor salvaje, seres primitivos y felices bajo un sol rotundo
y  cielos rabiosamente azul, 
Nuestros pasos se hundían en una arena cálida ,como en ninguna otra playa a la redonda,
y eso hacía de nuestro reducto un lugar mágico, la lluvia de peces un fenómeno secreto
que no compartímos con nadie y nos une a aquellos pescadores por lazos indivisibles.
Pronto volveré a vivir por siempre a esa playa, a la duna de arena finísima,
a entregarme a su libertad entre fieras y seres y peces de plata y oro pero por sobre todo
a su arena tersa y su caricia sin la que ya no sé vivir.
- Si me acompañas bien si no , pierdes la calidez de integrar nuevamente una tribu de gente libre y soles rabiosos en inviernos ,
y cielos radiantes, . Solo para seres privilegiados.

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