Te invito a retirar el collar que rodea mi cuello.
Siento las yemas de tus dedos , tantear temblorosas en mi piel.
Te ayudo en la faena de ir desvistiéndome prenda por prenda.
Lentamente , como quien monda una manzana, me desnudas.
Tomo tus dos manos y las coloco donde más me gusta.
Besa suavemente sus puntas,
Al primer gemido, detente .
Necesitamos una noche entera para amarnos.
Es triste desear tanto y no ser más que amantes
furtivos.
La cruda la realidad de doblarte la edad .
El deseo no conoce de años , solo de piel.
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