Sería ingrato olvidar esa pasión malsana,
que ató a tu cuerpo al mío, o el mío al tuyo.
Eso ya no importa.
Me vale observarte de lejos.
Joven y saludable.
Sonriendo, inocente de cualquier conjuro.
Sobrevivientes ambos de esta lucha infame,
en la que hasta el maligno participó.
Puedo mirarte a los ojos,
soy inmune a tu encanto juvenil.
Hasta la próxima batalla, poeta.
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