Mi cuerpo se estremece ante tu mirada.
No puedes acariciar mi piel pero la enciendes.
Quién eres tú , que a la distancia me colma,
me envuelve, me desespera , me cubre y me condena?
Antes, una armadura de hierro cubría mi cuerpo.
Poeta de los montes . son tus ojos ardientes lo que
derriten la armadura , y
la hembra salvaje despierta
Hembra sedienta , que ruega, gime , ruge. y grita
cuando se quema de placer en la pira del deseo.
Libre de disfrutar y sentir intensidades desconocidas en
mi piel de seda .
Dueña y gobernadora de mi cuerpo, amante ardiente.
Aquella que a la distancia enloquecen de sentidos inéditos , .
.
Qué suerte la mía, ser la señora en un cuerpo de hembra.
Cúan feliz es mi piel florecida ,
manantiales de dulzura se derraman cada noche
mientras paladeo tu nombre, Poeta de los montes.
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