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miércoles, 15 de mayo de 2013


El aleteo pavoroso de las aves no resuena más en mis oídos
no atacaran  mis entrañas , menos mi cuerpo . 
Mi piel no será  degarrada  por sus picos feroces.
Estas malditas se esconden entre la bruma,
se agazapan en los rincones oscuros,
en los bolsillos de la ropa guardada.
Hoy el día es claro y luminoso.
Por esta tarde estoy a salvo.
Clamo al cielo por un sol propio.
La luz asusta a las aves carroñeras.
Me guardan en su claridad.

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