Ellas odian el sol y la luz que despiden mis ojos de hechizera.
Muto en cazadora , y mi daga , en el pecho.
Mi oído es sensible al aleteo de las aves.
Unas veces es un aleteo pavoroso,
otras , un silbido fino.
No devoraran por un tiempo mis poemas,
ni atacaran a mansalva mis ideas.
Días claros de este extraño otoño .
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