Vistas de página en total

lunes, 2 de febrero de 2015

Mi cuerpo, otrora territorio palpitante,
de accidentes, montes turgentes
y arroyos cantantes,
ha olvidado sentir.
Mi piel de seda es tan solo un envoltorio.
Soy   solo un depósito de químicos,
medicación humosa ,
 me recorre por las venas,
paraliza,
hace de mi un muñeco de palo,
me hace dormir
que es como morir
a cada rato,
un poco.

He de volver a aspirar la fragancia del follaje salvaje,
aquella que me embriagaba de deleites 
y placeres.
Es la única forma de sentir.
Y saber que aún vivo.


No hay comentarios: