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martes, 10 de febrero de 2015

Una tristeza honda pesa en mi cuerpo.
Escribo sin cesar.
Letra a letra sangran mis dedos.
Mis ojos ciegos de sal insisten en escribir incesante.
Escribo, no conozco otra forma de aliviar,
de expresar mi dolor.
Aquella niña tan amada  no me recuerda.
Contemplo su rostro lejano,
sé que nadie le habla de su mama Pati.

Algún día nos estrecharemos en un abrazo.
Por ahora escribo y sueño con ella.

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