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martes, 17 de febrero de 2015

Apenas clareaba, cuando acarició, besó, midió , sopesó, casi  pesó con sus manos pequeñas los pectorales
de su pescador, mientras él dormía inquieto.
No quería estar presente cuando despertara.
Ya era difícil para ella renunciar a esa especie de convivencia monosilábica basada en el placer sexual y la ternura
como para explicar sus motivos. El jamás comprendería sus razones .
Tomó un atado de ropa y se fue en el primer bus que la alejara del poblado de su pescador. Ella lo extrañaría, ya lo extrañaba su cuerpo cuando subió a un bus mayor que el anterior que la llevaría hacia los cerros.
Le narraron durante el viaje de tierras de sembradíos, donde los campesinos se doblaban por horas para recoger una mínima porción sea de algodón o de panllevar. Aquellos comuneros eran propietarios pero el patrón les compraba el fruto de su siembra a precio de hambre.
Ella consideró seriamente iniciar su lucha en las planicies , aquellas que antes fueron de los terratenientes malditos y conocer de cerca esa realidad . 

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