Inicié mi ruta por caminos desconocidos en pos de una imagen color añil en el cielo, oteada al ocaso de una tarde de verano. Era yo una niña.
Desollé mis pies en las arenas de desiertos interminables, conocí pueblos , ciudades, gentes de muchos colores, a todos preguntaba. Nadie sabía, nadie había contemplado nada. Me hice mujer en la ruta hacia la belleza. Conocedora que la gente no observa el cielo ni la naturaleza, salvo los campesinos. Crecí , me hice mujer, en mi camino.
Ahogué mis penas en cantinas mugrosas.
Indagué entre los ebrios y viajantes por aquél destino. Ninguno sabía nada.
Transcurrieron muchos años, caminé errante por los parejas más lejanos.
Mi piel endureció por el viento de la soledad .
Amé a muchos hombres. Ninguno me ató a su vera . No desistí del sueño. Insistí por montañas altas, cuyos picos de belleza suprema, cortan el aliento. Las noches bajo las estrellas alumbraban la esperanza de encontrar aquella imagen de color añil.
Sigo mi rumbo, libre y ajena a cualquier atadura del mundo.
Busco aquella imagen de belleza ,sin igual
clavada en medio del pecho, real e inasible.
Hoy me atrevo a los mares , a las costas .
Besaré las orillas , la espuma vestirá mi cuerpo y aguardaré sin prisa el atardecer.
Quizás, sea hoy ,el día, la fecha que alcance mi sueño, tras el océano.
Continuará.
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