Nina mudó sus escasas pertenencias a la casa de Dámaso.
Las noches en blanco se convirtieron en largas conversaciones sobre realidad social, entre los brazos de su amante . Una nueva forma de amar , que le inquietaba . No quería , no debía enamorarse.
Nina estaba inquieta. Temía por el proyecto, distraer el objetivo para entregarse al amor no le parecía ni ético ni políticamente correcto .
Tuvo ganas de salir corriendo pero la dulzura de Dámaso la sojuzgaba
Sentirse querida y protegida era algo nuevo para ella.
Ella, a cambio le entregaba su cuerpo joven , su disposición a amar para saciar su sed de tiempos antiguos. Sentir su espasmo, el grito al culminar el amor, la encendía y ella volvía por más.
Con la mano de él sobre su pecho, jugueteando con sus pezones, con la otra, se acariciaba sabia las caderas, la orquídea devoradora , hasta que volvía a estremecerse y a gritar derrotada por el placer.
El disfrutaba contemplando el roce de sus manos , como el aleteo de mariposas sobre su cuerpo dorado, la tensión y el climax del goce pleno. El llanto o la risa final.
Era algo nuevo para Dámaso. no había conocido nunca a nadie con la libertad de Nina. Darse placer y permitir que el hombre la contemplara era realmente como si él fuera un adolescente iniciando sus lides en el amor.
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