Cuando la soledad me golpea,
me derrota o la locura me apresa
en sus mazmorras oscuras,
me aferro al recuerdo de Alida.
Ese era su nombre.
Revivo al evocar mi primera relación con ella.
Yo dormía ,tras una larga caminata sin probar bocado y me refirieron su casa como posada.
Así fue , tras una sopa de pescado fresco en aquél pueblo marinero, caí poseída por un sueño hondo.
Despierto y frente a mi, orondos como quien luce unas condecoraciones caminaba ella, desnuda con un par de gloriosos senos, como nunca antes vi .
Ni volví a ver jamás.
Senos redondos, grandes y duros que vencían la gravedad. con pezones rosados , erectos. Senos hechos para el amor.
Ella se paseaba orgullosa , incapaz de imaginar la explosión cósmica en mi cuerpo adolescente.
Al ver mi mirada arrobada, sonrió.
Mi mente solo quería devorar, aplacar ese deseo nuevo, imperioso, salvaje,
que alteraba mi cuerpo, la mente. Confundía todas mis emociones.
Recuerdo, que con manos sabias colocó mis manos temblorosas sobre sus senos.
Amasé , besé sus pezones, los sentí cobrar vida entre mis labios. contra mis mejillas . Fue un verdadero ritual sagrado, la celebración de la carne de dos hembras sedientas de amor.
Me tendió a su vera. besó ella mis pechos, y supe que desde ese momento serían mis senos, los gobernantes de mi cuerpo.
Los acarició con sapiencia y maestría
Yo no podía soportar ese deseo desconocido , arrebatador.
Ella me regaló el primer orgasmo de mi existencia.
Fue tal la conmoción en mi cuerpo, que recuerdo haber sentido que subía y recorría las estrellas. El cosmos era mío y de ella.
Así iniciamos nuestra historia de amor.
Continuará
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