Sus palabras,
caen con el peso del plomo
sobre mis dedos.
Atraviesan mi pecho de paloma.
Me derramo en sangre.
Aúllo al cielo
clamo a mi Dios.
Sopletes de fuego
queman mis entrañas.
Nada es tan cruel,
como arrancarte de mi alma.
Niña mía.
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