Mis manos se despellejan
por no acariciar tu pequeño rostro.
Tu mirada es una herida abierta
en el medio mismo de mi alma,
Niña mía.
He de evitar contemplar tu rostro lejano.
La sal inunda mi rostro,
flaquean mis fuerzas,
no deseo más la vida ,
sin tu voz.
No me olvides , Niña mía,
Vivo en un país lejano,
escribo poemas de amor.
Tu sangre fluye por mis venas.
un torrente poderoso que clama.
Mi niña , niña mía.
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