He de hincar rodillas
como quien ora humilde,
las manos elevadas hacia el cielo
o el techo, que no es lo mismo,
pero es igual.
Disimulo bien.
Escarbo día y noche hasta sangrar las uñas, desollar mis dedos.
Escarbo la grava hasta el río.
La corriente subterránea crece , yo río a carcajadas
¿ Qué mejor que el agua clara cubra mi cuerpo ?
Lo alivie, acaricie, lo sumerja en su frescor.
La corriente me trasladará hacia destinos ignotos,
tan secretos
como los manantiales de esta ciudad.
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