A tu vera, muchacho,
mi piel florece ,
resplandecen flores níveas,
jazmines
y azahares ,
los perfumes de tu cuerpo
en mis poros agradecidos.
Rocía mi cuerpo ,
como el sereno en la aurora
con brío nuevo.
Con el ímpetu dulce y violento
de tu amor niño.
A tu vera, muchacho,
amo la vida con mi pasión desaforada,
aquella olvidada,
en desiertos eternos de soledades ,
y confusiones desesperadas.
Y ardo, y te consumo en mi hoguera eterna
Estalla milagroso mi vientre,
explosiona tu cuerpo hasta el cielo.
Reímos a carcajadas,
sorprendidos de tanto amor.
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