Vistas de página en total

domingo, 15 de febrero de 2015

Aquella noche apenas pudo conciliar el sueño.
El recuerdo  de aquél desconocido quedó imantado  su propio cuerpo.
Ese necesidad de ver, esa inquietud por  palpar, acariciar esos pectorales de macho hecho a las travesías del mar,  luego conocería como deseo, la tuvieron en vela , tratando de aplacar los humedales que corrían por sus piernas.
No era claro aún cuando emprendió ella sola su búsqueda.
Ella iba a Colán al pueblo de pescador donde se cruzó con aquél protomacho. Quería comprobar  si su visión había sido realidad o si aquél hombre existía.
Si era así, emplearía toda la seducción enseñada por Alicia para auparse al hombre. 
Así de imperioso era el deseo de esa chica que no cumplía los 16.
Al llegar a Colán, no fue difícil hallar al muchacho. 
Bajaba de la lancha con quienes supo eran sus hermanos y padre.
En efecto, el remo había desarrollado en su cuerpo unos pectorales descomunales. Ella, finalmente señorita limeña, sonrío con esa risita de flor citadina que encandila a los pueblerinos.
No camines por aquí, - es peligroso - escuchó una voz de hombre.
No tardó en reaccionar , cuando una ola gigante la cubrió .
Ella , como buena hembra, se disforsó , rió para ser llevada en vilo  por el chico.
Apoyó su rostro , sus labios en ese torso desarrollado, y su lengua se escapó y lamió su piel salada.

Continuará

No hay comentarios: