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martes, 17 de febrero de 2015

Nina tragó la rabia, secó sus lágrimas de impotencia y se dispuso a presentarse en aquella oficina de potentados de medio pelo. Sabía muy bien tratar ese tipo  de gente, su abuelo materno había sido uno de los mayores explotadores de la historia. Un terrateniente de la vieja escuela. Hasta un libro le dedicaron.
Erguida y arrogante, tal  como ellos, pidió, casi exigió ver al gerente.
La oficina tenía la estupidez de contar hasta con una secretaria costeña , vestida con tacos altos y los labios pintados de rojo tentación.
La mantuvo esperando en pie hasta la llegada del gerente.
Este sorprendido de la limeña que pedía una cita con él, la dejó pasar a su oficina, sin imaginar siquiera los dolores de cabeza que ella le significaría en un futuro.
Como todo macho, pensó en llevarla a la cama en primer lugar , con un estilo de seducción, que a Nina le produjo desde pena hasta vergüenza ajena .
Ella llegó resuelta a indagar por la administración de aquellas tierras.
La razón por la cual , campesinos del lugar eran contratados bajo condiciones poco menos que inhumanas. La esclavitud se abolió con Ramón Castilla y un presidente no hace mucho, dijo que la tierra es para quien la trabaja.
El gerente, joven, no daba crédito a las palabras que escuchaba,
No la sacó a rastras pues algo de ganas por llevarla a la cama aún latía en él  pero le contestó: en mis tierras mando yo y no doy razón a nadie sobre mi estilo de trabajo.
Nina entendió muy bien que con esa patronal jamás podría entenderse por las buenas y se retiró muy educada en pos de los campesinos. De un líder al menos, que narrara la historia de aquél pueblo perdido en las alturas de una tierra caliente. Un rebelde era lo que ella necesitaba luego de tremendo disgusto.
La gente de aquél poblado era silenciosa , desconfiada y especialmente con los extranjeros. Ella preguntando a las mujeres, mientras compartía un choclo a media mañana supo de un hombre , que había purgado cárcel por acusaciones falsas de abigeato y toma de tierras. Era el hombre que ella necesitaba y fue en pos de él. Encontró luego de faenar a un hombre de mediana edad , de contextura gruesa, trejo ,de hablar lento y mirada profunda. Evadió preguntas, pero  Nina sabía llegar al alma con sus ímpetus y arrebatos.
El hombre, luego de dar muchas vueltas, procedió a lavarse la cara , y poniendo una taza de café delante de Nina, inició la charla.

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