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jueves, 12 de febrero de 2015

Apura, amor, he cazado carne  para ti.
Devoras veloz la presa. 
Te contemplo impaciente.
Quiero auparme a tu torso,
derramar sobre tu piel 
el rocío ardiente de mi deseo.
Sientes el perfume de la orquídea milagrosa
crecida, hambrienta, devoradora.
Inicio yo el rito con pequeños mordiscos en tus orejas.
Tu hocico se dirige hacia mi vientre tenso.
Con mi garra sobre tu cabeza, dirijo tus movimientos.
Casi devoras mi caverna rumorosa.
Me alejo ágil, me atraes con fuerza.
Trenzamos los cuerpos en el rítmico vaivén.
Rugimos  de placer, arañando los cuerpos con las garras afiladas.

Tras el follaje salvaje, se amaron la leona y su tigre joven.
Ellos lamen sus heridas, zarpazos de amor en todo su cuerpo.


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