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martes, 24 de febrero de 2015

Nina se tendió mansa a recibir agradecida los últimos rayos de sol del estío. 
Desnuda, su figura dorada se perdía casi entre los maizales.
Los párpados entrecerrados, trataban  de olvidar su obsesión por la toma de tierras. La demora de los camaradas. Aquella respuesta que  tardaba en llegar- 
Conocía el motivo . En las tierras altas, el ritmo de las personas era diferente al de las tierras de la costa, así como no existía la medida exacta entre los diferentes poblados. Unos decían "aquí cerca queda" y en realidad significaba tres o cuatro días de caminata , cuando no montada en un carro vetusto que tanto gustaba a Niña. Así hacía ella sus negocios y entablaba relación con gente que luego podrían convertirse en colaboradores . 
Así vagaba la mente de Nina, cuando sintió una mano ruda y áspera en su cuello.
Se dejó acariciar en silencio. Solo se escuchaba la respiración bronca de él. No abrió los ojos, sus manos acariciaban ese pecho ancho, que le quitaba el sueño hacía meses.
Ella tomó su mano y la colocó directamente sobre su seno derecho. Con la otra mano, palpó su sexo, lo anilló entre sus dedos.
Sentia el hormigueo desesperado  en la piel. Sus   caderas  necesitaban oscilar , iniciar la danza del amor,  dilatar  sus entrañas  recibir gozosa  el miembro de aquél hombre deseado.
Ella, diestra , ágil  se colocó en la posición dominante en el acto.
 Antes , ya había besado, adorado con la lengua ese miembro, que crecía , henchido  , y antes del estallido  se sentó a horjarcadas sobre ese cuerpo inmenso. Cuán hermoso ejemplar era Dámaso.
Ella inició la  danza para sentirlo ,  profundo desgarrando sus entrañas,  sus jugos vaginales abrillantaban sus piernas tensas, y terminaron el amor mirandose a los ojos, como dos desconocidos que desean conocerlo todo uno del otro.

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