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jueves, 19 de febrero de 2015

A Nina le costó un mes de guardia bajo la lluvia o el sol hasta lograr que  la pesada puerta se abriera,
y él la hiciera pasar en su casa. Esta era oscura y húmeda, colmada de libros.
La casa de un campesino sin mujer
Felizmente, él  en ese momento él estaba de ánimo festivo por unas buenas nuevas y ella fue al grano.
Cuánto bregó Nina para escudriñar los ojos de ese hombre , el lenguaje parco de sus manos.  El era silencios largos, ella, catarata de palabras pero la intención, el objetivo el mismo.
No tardó mucho tiempo para verlos pasear como dos compañeros por el pueblo conversando a viva voz, discutiendo sobre algún libro.
La gente empezó a mirar a Dámaso con  especial curiosidad . Los hombres, aquellos que traicionaron al compañero y lo acusaron ante la policía,
 lo miraban con rabia , con recelo.
Dámaso fue consciente de este peligro y acordaron cambiar de método para preparar la llegada de los compañeros dirigentes de las alturas.



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