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domingo, 15 de febrero de 2015

Huí intempestivamente de casa de Alida y busqué refugio en la caleta de pescadores. Llegué vagando , perdida.
No pude encontrar mejor consuelo para mi pérdida.
El mar lucía aquella mañana las mil tonalidades de azul que solo en  Paita hallé. Pareciera que se vistió de todos los colores para celebrar mi primera  visita.
Era un deleite para  los sentidos ver las corrientes de mar , ora azul intensas, otras verdes, los peces saltaban aquí, y las más hermosas, las celestes , añiles  se confundían con el cielo. Era tener un cielo a la altura de tus manos.
Mi imaginación voló hacia el infinito y cambié los placeres carnales por la adoración a la naturaleza.
No quería partir de ese lugar. La gente era amable , me ofrecía una taza de café recién hecho, pan con pescado al ver lo delgada que  estaba ni bien arribé.
En ninguna mirada hallé censura , si bien todos conocían mi convivencia con Alida, quien era la mujer de otro pescador. Sus mujeres eran cálidas como madres. Recalé en otra casa de pensión más grande y con un número considerable de pensionistas , viajantes de comercio en su mayoría.
Ninguno atrajo mi atención. Los veía vulgares, ocupados de sumas y restas, ufanos de sus conquistas femeninas , yo cerraba mi puerta para no alternar con ellos.
Mis días estaban dedicados simplemente a contemplar la maravilla del océano. Su paz , la brisa embriagadora de los vientos, la humedad en mis cabellos a primera hora era mi felicidad.
Hice amistad con las señoras de aquellos rudos hombres de mar, pues siempre acudía  casi antes que el sol saliera. Les hacía gracia que una chica de Lima, de aquellos barrios que ellas llamaban de sociedad alternara con ellas y las ametrallara con mil preguntas. Supe de naufragios y de penas, que son las almas que vuelven siempre del más allá. Me aleccionaron también en los conjuros de amor y hasta me llevaron a casa de la hechicera más connotada de Paita. Esta se llamaba Nelly, y puedo dar fe que acertó en mi pasado, leyó mi futuro y sonrió satisfecha de saber que pronto algo muy bueno ocurriría en mi vida. Yo vivía tan tranquila y satisfecha, contemplando el mar , pescando y arropada por las señoras, que casi olvido el motivo de mi partida. Esperé paciente , mis instintos sabían y ordenaban por mi. Cuando sintiera que había llegado el tiempo, partiría con gran pena de aquel lugar de ensueño. 

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