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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Ellos preguntan,
se extrañan de mis horarios cotidianos.
Ellos ignoran mi batalla diaria,
mis afanes contra el Horror.
Debo  arribar antes que él a la orilla de cada mañana.
Ellos desconocen las mil extrañas   formas que cobra,
lo dolorosa de su mordida,
la tristeza de una derrota,
que te lleva a guardar cama
como un  combatiente caído ante el ataque
de una tropa enemiga completa ,
que ha repasado tu cuerpo,
se introduce por los poros,
llega al pecho,
sube por tu cuello,
y asfixia antes de tomar 
por asalto tu cabeza.
Y chillar ,
 graznar como un ave herida.

Nadie ve nada.
Nadie escucha.
Nadie cree.

Solo yo soy presa del Horror.

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