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viernes, 19 de septiembre de 2014


Asistiré al matrimonio con la daga escondida en la corva.
Al primer ataque, asestaré un cuchillazo.
Con pasos elegantes me alejaré del muñón.
Los invitados gritarán horrorizados.
El lugar parecerá un campo de batalla, 
sangre , restos humanos por doquier.
Es el precio de invitar a una enemiga.
Ustedes ya me conocen: 
No contesto con palabras.
Yo mato.

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