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lunes, 9 de marzo de 2015

Nina miraba de soslayo, el entusiasmo infantil de sus camaradas.
El ir y venir , la hoguera que debía subir al cielo, llevando en sus llamaradas los ideales de las mujeres liberadas.
Cruzó los brazos, así retenía ella la cólera , sonrío con desprecio-
Atinó a escupir al suelo, falta solo celebrar Navidad.- les dijo en como solo Nina sabía usar la ironía.
Dámaso la apartó de aquél ruedo de risas .
Ella lo fulminó con una  mirada de hielo, que no le conocía.

El amante indagó los motivos de esa indignación , esa cólera fría.
Ella no tenía ganas de dar explicaciones, nunca las dio a nadie  y esa noche, la verdad
abriría la boca y solo saldrían lenguas de fuego.
Temía dañar, ofender con su verbo duro.
El logró por fin quebrar el silencio de concreto.
Hasta que no exista mujer en este país que no haya sido mancillada,
que sea analfabeta y no pueda ser dueña de su propio cuerpo, no tengo nada que festejar.
Allá estas estúpidas que por emborracharse festejan una mentira.
La mayor falsedad de estas tierras.
La mujer que ama a otra mujer , se deleita con su cuerpo de hembra , es arrojada a los infiernos.
La joven que ama apasionadamente el cuerpo de otro joven, por el cuerpo mismo, es prostituta.
Y así- continúo, seguiríamos la noche entera - enumerando los casos de injusticia , de violaciones de los derechos de las mueres. Desde la explotación laboral hasta el prejuicio por la opción sexual.
Mujeres maltratadas por sus propios camaradas. 
Dámaso supo entonces que Nina tenía muy en claro sus ideas . Entendió que era un ave de paso.
Algún día lo dejaría, como dejaría ese campamento en pos de  experiencias, de mayor envergadura, como sindicatos y revoluciones en continentes alejados .
Ella era una verdadera revolucionaria, quizás no disparara con la puntería de otras pero sus ideas sí estaban escritas en el alma.

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