Grité enardeci desde que nací
Mis chillidos eran terribles.
Mis chillidos eran terribles.
Nadie comprendía mi llanto.
Hubo un tiempo que habité un cuarto oscuro.
Sola en el campo rodeado por montañas.
Me encerraron para castigar mi mala conducta.
Gritaba por las rendijas de la ventana.
Los montes devolvían el eco de mi voz bronca.
La rebeldía no se puede callar.
Hoy libre, chillo cuando el amor me visita.
Cuando mi amado parte lejos.
Cuando veo un niño pobre
Grito de indignación.
Grito de impotencia
Seguiré protestando tenaz hasta que el mundo me escuche.
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