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miércoles, 8 de julio de 2015

Primero fue la molécula
 fértil, creadora de vida,
aquella que multiplica con frenesí la floresta
 el soplo de vida de la raza humana,
los animales y los insectos,
la piel,  que envuelve  los huesos
las  piernas, el vientre .
 Bajo su lecho delicado ,
se esconde voraz
el sexo, 
Apetitoso de caricias,
jugoso, dilatado,
encarnado y henchido
como un gran molusco.
A alimentar  a diario de peces hombres
como a un sacualo
como a un tiburón asesino.

Ese es el sino de las mujeres libres,
vivir esclavas de los apetitos del animal
que ruge entre sus piernas,
so pena de ser devoradas por éstos.

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