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miércoles, 8 de julio de 2015

No sé si fui yo o fuiste tú o fue el paciente de la esquina
quien prendió fuego a las matas,
no sé ni me importa.
Fue un espectáculo hermoso
 contemplar las llamaradas de fuego,
devorando el arbusto, avanzando con vida propia 
hacia todas las enredaderas crepitantes.
Nosotros deslumbrados  reíamos , 
a carcajadas celebrábamos 
la era nueva de este reino libre
corríamos desnudos  gritábamos
a grandes voces anunciábamos
 por fin la libertad.
Se terminó la esclavitud de los  perfumes y los aromas
las  personas  idiotizadas caminando como zombies
 tras un olor, un perfume insano para  el alma.
Cayó al fin el árbol mayor, aquel que cobijaba a las aves y a las lianas.
Hemos danzado en torno a su madero caído como hechiceras
blancas , como locas enajenadas , las cabelleras al viento, los ojos
dilatados de las pupilas.

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