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miércoles, 26 de marzo de 2014

María sonreía solo evocar la libertad del mar.
Su color azul rotundo, el sonido de las olas aplaudiendo la playa, la espuma ,  como encajes tejidos.
Había resuelto bajar a ver el mar cuando volviera al Larco  Herrera. O simplemente , visitaría a unos viejos amigos que eran pescadores. Por la madrugada se sumaría a ellos y si era mala suerte llevar a una mujer en el bote , ella se deleitaría contemplando aurora desde la playa, No podía existir mejor regalo que ese. Mojaría los pies en la orilla , y miraría el horizonte entre el claro oscuro del alba. Podría existir una experiencia más bella que esa ?
El tema era su esposo. Estaba sufriendo de dolores terribles, debido a la artrosis avanzada y la quería a su lado , en todo momento. Siempre fue posesivo pero ahora la necesitaba verdaderamente.
A menos  empezara ella a hacer jogging como antes de entrar al gym, y pudiera escaparse.
Ese era su sueño, ver el mar , tocarlo, salpicar su cabellera de su brisa y sentirse tan libre como el mismo océano, que viene y se va. Y  de paso alimentarse de la amistad de aquellos viejos amigos.

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