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martes, 25 de marzo de 2014

María soñaba con escaparse a San Miguel a volver a contemplar el mar. Su mar desde aquél malecón  de la Plaza de la Media Luna rugiría de satisfacción al verla nuevamente. No existía un lugar tan mágico, bello y con recuerdos más amables que aquella plaza. 
Allí pasó un verano  radiante con aquél ex esposo , con quien compartían una historia  común y  gustos por la música salsa, la pasión por el baile . Aquello que su esposo odiaba con fervor.
   O simplemente   pasaban el  tiempo sin hablar , escuchando la música de las olas , la cabellera  rociada  de brisa, la libertad.  
Era la carcajada sin cesar, la felicidad en su banco de madera.

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