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miércoles, 26 de marzo de 2014


Alicia se bañó, lavó su cabellera y se vistió. Por ella misma , por autoestima y por su esposo. Estaría harto, no lo decía, de verla en fachas  por semanas.
La amistad de Ana, su calor le habían hecho tanto bien.  
Vestida con el jean que le quedaba aún justo se fue, como si nada, a comprar a la panadería. El sol   tibio pintaba de luz amarilla el cemento.
La calle , el cielo le sonreían, aún era pronto para cantar victoria pero ya tenía el primer reto ganado.
Mañana volvería al gimnasio, ya tenía su ropa en la sillita y había colocado la alarme del reloj.

Los ejercicios, ver a otras personas eran sanadores. En ocasiones anteriores , ya había experimentado ese bienestar de las endorfinas surcando sus venas. La droga del bienestar.
Si no estaba listo el spinning, haría pesas, cardio, y vería a su querido profesor y a Carmencita , su novia, cuya dulzura había cautivado al campeón nacional, mi profe y a mí. Carmen era una persona sensible, inteligente que sabía escuchar.

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