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jueves, 27 de marzo de 2014



Alicia se culpaba, la vergüenza la consumía .
Se había fallado a sí misma. No había podido levantarse como se prometió . Había fallado. No fue al gimnasio. Y no podía ni siquiera mirarse al espejo por la paranoia que volvía a atormentarla.
El cielo era plomo y   ella la había bajado nuevamente al infierno de la depresión.
Contaba temblorosa las escasas pastillas que le restaban, el cuello apretado por la angustia. El dinero que debía a los bancos.
El dolor de su esposo le atormentaba,  lo sentía ella también en todo el cuerpo. Se frotaba frenética los brazos. Necesitaba un abrazo a gritos.

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