Paladeo el aroma
de una brizna de jazmín
y madreselva
palpitando en mis poros
embriagando
mis sentidos
en mi viaje de retorno
a los primeros olores,
aquellos de mis orígenes
cuando no existía más memoria
que los perfumes de las flores
que me envolvían en sueños y ensoñaciones
como las que estos días en este lugar
tan olvidado y perdido de la memoria humana,
recuerdo primigenios y dulces,
amables como las primeras caricias.
Sonrío plácida.
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