Y cómo rampo con paso guerrero
el olvido,
la memoria extraviada,
de sus bocas?
Los amigos no recuerdan más.
Cortejar, sonreír,
aplaudir sus chistes, sus poemas
es el precio de la memoria de tu nombre.
Y ellos, dioses del Olimpo, a quien ganaron?
Si el juego es así,
prefiero abstenerme y retirarme al ostracismo amable de mis
fragancias, los arenales.
Volveré a mis dominios magníficos ,
seré la centinela de las dunas del desierto,
la gobernadora de mi nombre, de mi propia paz.
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