Cuántas mujeres somos las habitantes del desierto?
Las suficientes, aquella libres de poblar las arenas con paso seguro y colmar de ecos de risas y gritos, y clamores y cantos profundos las noches y sus días
cuando y de la manera que mejor nos provoque sin dar ninguna explicación menos justificación a nuestro libre albeldrío.
Aqui nadie pregunta nada ni interpreta, ni razona ni explica
sino deja ser , como es el viento sobre la arena , o sobre la mar ,
así de natural y simple como la aurora y el ocaso.
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