No sé si fui yo o fuiste tú o fue el paciente de la esquina
quien prendió fuego a las matas,
no sé ni me importa.
Fue un espectáculo hermoso
contemplar las llamaradas de fuego,
devorando el arbusto, avanzando con vida propia
hacia todas las enredaderas crepitantes.
Nosotros deslumbrados reíamos ,
a carcajadas celebrábamos
la era nueva de este reino libre
corríamos desnudos gritábamos
a grandes voces anunciábamos
por fin la libertad.
Se terminó la esclavitud de los perfumes y los aromas
las personas idiotizadas caminando como zombies
tras un olor, un perfume insano para el alma.
Cayó al fin el árbol mayor, aquel que cobijaba a las aves y a las lianas.
Hemos danzado en torno a su madero caído como hechiceras
blancas , como locas enajenadas , las cabelleras al viento, los ojos
dilatados de las pupilas.
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