Desnuda,
mi cuerpo inmóvil recibe la llovizna,
las gotas finas ,
descienden por mi cuello,
rodean mis pechos ,
besan los alvéolos rosados,
alcanzan la breve cintura
mi vientre terso,
lecho fértil de lirios y cardos.
Se humedece mi cabellera de medusa,
ésta cobra vida,
y cuando creo que el frío será en mis huesos,
se liberan mis caderas
en una danza
impúdica y salvaje
en plena calle,
entre los autos
ante la gente.
Desnuda,
bajo la llovizna.
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